Relojes a bordo para saber donde estamos
Hoy en día calcular tu posición sobre el globo terráqueo es un problema que tardas unos segundos en resolver. Abrir la aplicación de GPS en tu móvil es suficiente. Ya vayas en barco o en avión es así de simple. Pero no siempre fue así.
La historia de la navegación ha sido siempre fruto de grandes investigaciones por parte la mayoría de civilizaciones viajeras. Disponer de un sistema seguro de navegación y posicionamiento permitía explorar grandes distancias (sobre todo por mar), descubrir territorios y materiales y en definitiva, obtener una gran ventaja competitiva sobre otros pueblos. El posicionamiento en base la luz solar durante el día y usando las estrellas por la noche se lleva usando desde la antigüedad. Incluso se cree que los vikingos utilizaban un original mecanismo para localizar la luz solar en los perpetuos cielos cubiertos del norte de Europa. Lo conseguían polarizando débil luz solar con fragmentos de un mineral llamado de Espato de Islandia. Esta «piedra solar» popularizada en series como Vikings les permitía navegar en condiciones extremas con cielos muy nubosos y escasa luz.
A través de la posición del sol se puede extraer fácilmente la latitud. Este parámetro nos indica la distancia del arco entre nosotros y el ecuador (tomando como vértice el centro terrestre). Dicho de otra manera, si mantenemos durante un rato la misma latitud sabremos que vamos paralelos al ecuador. Esta información era muy útil a la hora de largas navegaciones, sobre todo cuando estas se internaban mar adentro. Algo que por otra parte no era muy común ya que se tendía navegar siempre a cierta distancia de la costa. Para medir este valor nos basta con medir la altura del sol sobre el horizonte cuando este esté en lo más alto de cielo (mediodía solar). Usando, por ejemplo, un sextante.
El problema de las navegaciones transoceánicas surgía cuando queríamos saber la distancia recorrida en esa recta imaginaria paralela al Ecuador. Este valor es el que te da la longitud. Pasado un tiempo de navegación ¿como conocer la distancia que has recorrido? Puedes intentar medir tu velocidad pero sin referencias visibles es difícil. Para estos casos se solía tirar un lastre por la borda en la zona de la proa del barco y medir el tiempo que tardaba en llegar la zona de la popa. De esta forma estimas la velocidad del barco en un momento dado. Para medir la velocidad media durante largos periodos como un día, este método era muy impreciso.
Un método muy exacto para esta labor puede ser el de comparar la hora a mediodía. Si llevas en el barco un reloj que tenga la hora de tu puerto de salida. Basta con que mires a que hora de ese reloj cuando el sol está en lo más alto del cielo un día cualquier de tu trayecto. Así sabrás la diferencia de tiempo entre tu puerto de salida y tu punto actual. Ese valor es exactamente tu longitud actual. Si vas midiendo este valor cada día justo al mediodía podrás ir evaluando tu avance en alta mar. Entonces ¿donde está el problema? Pues que este método necesita que en tu barco lleves un reloj que marque durante días la hora de tu origen, sin atrasarse ni adelantarse. Y aunque parezca mentira esto ha sido imposible hasta hace bastante poco tiempo. En concreto hasta 1760 en el que el ingeniero autodidacta inglés John Harrison (de origen carpintero y además muy humilde) consiguió construir un reloj que pudiera ser transportado en un barco sin que este sufriera atrasos ni adelantos. Hasta ese momento habían fracaso todos los intentos llevar un reloj a bordo sin que su ritmo de medición marcado por péndulos de uno u otro material sufrieran modificaciones y por lo tanto marcaran horas incorrectas.
El ingenioso reloj de Harrison, no solo fue un éxito rotundo sino que además zanjó una guerra abierta entre los que defendían una postura ingenieril para dar solución al problema de la longitud basada en relojes y cronómetros tal y como ha explicado y quienes defendían una solución cientifista basada en la observación de las estrellas y los satélites de Júpiter principalmente.
Durante años, los principales astrónomos europeos denostaron la solución de los cronómetros por ser imposible su transporte en un barco. Como si transportar telescopios y observar el cielo sobre un cielo encapotado en una noche con niebla sobre un barco meciéndose fuera sencillo, claro. Y por ello, Harrison que no pertenecía a esa élite intelectual sino que tenía un origen muy humilde sufrió la marginación y vio eclipsadas una y otra vez hasta que los resultados exitosos de sus prototipos cerraron todo debate.
Pocas veces en la historia, la ingeniería de taller se ha marcado una victoria tan aplastante ante la élite académica/científica. Y por ello, la historia de como medir la longitud y del reloj de Harrison hay que contarla.
Referencias
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_longitud
Longitud - Dava Sobel